Podría resultar difícil imaginar que alguna vez en el Paseo Bravo de la ciudad de Puebla, hubo un cementerio y una horca, sobre todo porque estamos acostumbrados a ver en ese lugar un espacio de recreo donde hoy se encuentran familias, jóvenes y enamorados.
Uno de los primeros registros de lo que hoy es el Paseo Bravo en la 11 sur, afirma que en 1754 de sus 5 manzanas había 3 edificadas. Incluso se explica que a comienzos del siglo XIX existía una horca en sus terrenos, sin embargo fue retirada a petición de un representante de la Orden de los Dominicos de Oaxaca porque el espectáculo que brindaba no permitía que arrendarán algunos espacios que tenían en la zona.
Tras estallar la guerra de independencia, el incipiente paseo fue escenario del fusilamiento de uno de los insurgentes más importantes de su época, Miguel Bravo, tío de Nicolás Bravo, y a quien fue dedicado en un principio el nombre de la alameda. Aunque en 1823 fue levantado un “adorno” en su honor en el lugar donde fue sacrificado, hoy su nombre se ha perdido con el tiempo.
Una parte de los terrenos que hoy guardan jardines, fuentes y monumentos sirvieron como el primer cementerio civil de la ciudad, de 1836 a 1844, cuando el cólera y la viruela provocaron gran cantidad de muertes.
El Paseo Bravo ha sido testigo de la guerra de los mexicanos contra el ejercito francés, incluso se cortaron los árboles en esa época para facilitar la defensa de la ciudad y del país. Y es que hacia 1843 ya era un jardín donde se notaba gran cantidad de plantas y árboles que atraían a personas en carruajes y caballos, todos protegidos por una barda y las 4 entradas que llegó a tener.
La historia del Paseo Bravo asegura que también alojó una plaza de toros, un zoológico y hasta una gasolinera. ¿Ustedes saben de algo más?
Fuente: Las Calles de Puebla, Estudio Histórico
Autor: Hugo Leicht
Editorial: Junta de Mejoramiento Moral, Civil y Material del Municipio de Puebla
Año: Reedición 1986
No hay comentarios:
Publicar un comentario